No hay nada más lamentable que observar a todos aquellos necios,
soberbios y prepotentes que van ufanos por la vida presumiendo de poder y
de grandeza por los bienes materiales que poseen, por su riqueza
intelectual o por el poder que ostentan, o incluso sin poseer nada. Sus
miradas altivas, sus palabras intimidantes pretenden empequeñecer y
hacer que aquellos que les rodean se sientan inferiores y tengan una
actitud servil hacia ellos.
No son conscientes de que su pobreza de humanidad, su pequeñez espiritual y su indolencia hacia los demás hace de ellos, seres miserables, despreciables e insignificantes.
No hay nada más grande que contemplar a un ser humano que siendo sabio tiene la humildad de no presumir de ello, que teniendo poder trata a los demás como iguales, con respeto y consideración, y que siendo poseedor de riquezas no tiene su corazón puesto en ellas, y es capaz de compartirlas solidariamente con aquellos que son más desvalidos.
No son conscientes de que su pobreza de humanidad, su pequeñez espiritual y su indolencia hacia los demás hace de ellos, seres miserables, despreciables e insignificantes.
No hay nada más grande que contemplar a un ser humano que siendo sabio tiene la humildad de no presumir de ello, que teniendo poder trata a los demás como iguales, con respeto y consideración, y que siendo poseedor de riquezas no tiene su corazón puesto en ellas, y es capaz de compartirlas solidariamente con aquellos que son más desvalidos.
Lusa
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