lunes, 11 de abril de 2016

HOY PROMOCIONAMOS A UN GRAN POETA EMERGENTE ÓSCAR QUIROGA

PORQUE ALGÚN DÍA

23 MARZO, 2016
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http://www.oscarquiroga.es/porque-algun-dia/
Porque algún día, es demasiado tiempo.
En cuántas ocasiones habré pensado sobre ello. Y en tantas otras siempre obtuve idéntica respuesta. Tenerlo casi al alcance de la mano y verlo volar impasible hacia las ramas de aquel árbol que hace esquina con mi vida. Promesas variopintas, de colores inciertos y formas asimétricas. Anhelos que agrupados discurren por el sentido sensible de mis propósitos sin enmienda.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Comprobado está que el tiempo se disfraza de esa lágrima que recorre mi mejilla cuando tengo deseo irremediable de llorar; y que aunque no quiera, siempre acaba surcando la piel camino de mis labios agrietados y temblorosos. Comprobado está que el tiempo se esconde de sí mismo y aparece y desaparece como el día y la noche sin que pueda yo impedirlo con algún truco de brujería o magia de color blanco.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Y es que la vida burla el sentido que pretendo ofrecerle a cada momento preconcebido. He aprendido que ya no basta con la minuciosa y sempiterna preparación de lo que ha de venir; ya no es suficiente con quererlo, ni tan siquiera con desearlo. Y es que llega una ola gigante y desmonta lo construido y rehace a su querencia sin pedir permiso, sin pedirme permiso. Y entonces surge la desesperanza y el hastío, la tristeza y las miradas vacías de contenido y continente.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Ya nada es cierto, nada tiene etiquetas de verdadero y único. Tan sólo quedan los recuerdos. Pero están anclados en el pasado. No puedo actualizarlos al momento que vivo y usarlos como escudo y protección ante lo que inevitablemente terminará por suceder. Tantas veces he escuchado aquello de que los recuerdos vienen en el momento justo para ayudarnos en el presente. Pero me temo que no es del todo cierto. Es más, estoy plenamente convencida de que no es así.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Demasiado lapso. Demasiado intervalo. Demasiado todo. Y yo en medio, agazapada mientras el presente me acecha por todos los flancos. Puedo sentirlo, puedo olerlo, incluso saborearlo. Tengo miedo. Es irremediable. El ahora me consume. No estoy preparada para afrontarlo. ¿Dónde quedan ahora esos recuerdos que iban a proporcionarme la calma y el sosiego que en estos instantes necesito para seguir adelante? Palabrerías sin sentido.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Pero al final llega. Y te das de bruces con su imponente figura. Y lo que habías edificado se viene abajo pues la estructura no es acorde a lo que suscita la mirada penetrante del presente. Te encuentras indefectiblemente desnuda. Sin alardes, sin aspavientos, sin necedades. Viene y se instala a mi lado. Y ahí se queda. Esperando mi reacción humana que no llega. Aguarda, no tiene prisa, sabedora de su posición dominante. Me tiene a su merced.
Porque algún día, es demasiado tiempo.
Hasta que me doy cuenta de que me hallo moribunda, desterrada, desangelada y en soledad. Y pienso. Pero ya es tarde. Muy tarde. Demasiado tarde. Ya no existe el pasado. Ya no existe el futuro. Ya ni siquiera existe el presente. ¿Qué será de mi? No hay acertijo que resolver.

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